The mathematics behind blockchain (parte I): El origen de blockchain
Era 25 de mayo de 2008 y como cada mañana, Nick Szabo se sentó frente al ordenador con su taza de café y abrió el correo electrónico. Una interminable lista de correos empezó a aparecer en su pantalla y su vista sobrevoló sin demasiado interés —para no perder la costumbre— por encima de los asuntos. De pronto, su mano se paro y la lista de correos frenó de golpe. Era como si los reflejos de Szabo hubieran actuado mucho antes que su cerebro, que tardó unos segundos en procesar lo que decía aquel texto. Sobre el fondo blanco inmaculado de un artículo, corriente en apariencia, destacaba el siguiente asunto:
«Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System» (Nakamoto, 2008)
Una sensación de envidia paso por su mente. Alguien se le había adelantado.
Entender el concepto revolucionario que proponía este documento requería unos conocimientos extensos de finanzas, informática y criptografía, por lo que la inmensa mayoría del mundo, que se hubiera topado con él, lo habría leído con la más absoluta indiferencia. De hecho, es probable que lo hubieran abandonado a los pocos párrafos. Por suerte, Nick Szabo no se encontraba entre esa gran mayoría, ya que como científico de ciencias de la computación y criptógrafo, entendió a la perfección el carácter rompedor de aquel artículo.
Tras el sobresalto inicial, Szabo leyó el documento con el pulso acelerado. Intrigado, retrocedió hasta el principio y se volvió a fijar en el nombre de su autor.
—Satoshi Nakamoto… —murmuró en voz especulativa.
Nick Szabo estaba familiarizado de sobra con la comunidad criptográfica mundial, por tanto, sabía que ese no era un nombre real, sino un apodo. Pero, aunque el documento dejaba bien claro que los conocimientos sobre informática y criptografía del tal Nakamoto estaban a la altura de los de cualquier experto mundial, no conseguía recordar ningún contacto cercano que utilizara esa firma.
La especulaciones de Szabo se vieron interrumpidas por el sonido de su teléfono móvil. Quien le llamaba era Wei Dai, un experto ingeniero informático en la criptografía como el propio Szabo.
—También he leído el correo del documento Satoshi Nakamoto —dijo Szabo nada más descolgar el teléfono móvil, adivinando lo que le iba a preguntar Wei.
—¿Sabes quién es el tal Satoshi Nakamoto? —Wei fue directamente al grano.
—Me temo que no.
—¡Es cómo si hubiera aparecido de la nada! —exclamó Wei.
—De algún sitio habrá salido, Wei. Está claro que ha basado el artículo en el trabajo de muchas personas.
—Ya he visto mi nombre entre las referencias del artículo del tal Nakamoto —dijo Wei en tono sarcástico—. Lo que es raro que no haga referencia de ninguno de tus trabajos.
Cualquiera que estuviera mínimamente familiarizado con el mundo de la criptografía habría notado de inmediato que Satoshi Nakamoto conocía de sobra tu trabajo. Es más, la arquitectura informática en la que se sustenta la moneda electrónica está inspirado en el proyecto que Szabo estaba trabajando durante más de una década, una moneda electrónica denominada ‘Bit gold’.
—¿Crees que esta moneda electrónica, el bitcoin de Nakamoto, es una respuesta al llamamiento que hiciste en tu blog? —preguntó Wei ante el silencio que se había generado en la conversación.
Szabo estaba tan concentrado leyendo que ni siquiera escuchó la pregunta que le había realizado Wei. Aunque había publicado los detalles de ‘Bit gold’, en 1998, lo cierto es que lo había realizado un proyecto conceptual. Tras años de arduo trabajo, había decidido pedir ayuda al mundo para materializar su moneda digital a través de un artículo público en su blog que solicitando:
[…] Bit gold se beneficiaría enormemente de una demostración, un mercado experimental […]
y acabando su artículo con la siguiente pregunta: ¿Alguien estaría interesado en ayudarme a escribir el código?
Nadie respondió a la propuesta en un foro. Meses después, parecía que Satoshi Nakamoto se había tomado la libertad de crear su propia moneda electrónica y desarrollar el proyecto de Szabo. Pero, mientras leía el documento por segunda vez, Nick descubrió algo más.
—¿Nick? ¿Me escuchas? —insistió Wei a través de su teléfono, antes de que la llamada se cortará.
Tras estudiar con detenimiento la historia de los diferentes tipos de monedas electrónicas, Szabo había llegado a la conclusión de que fue un error dejar de lado al oro en favor de pedazos de papel. Pero lo que le molestaba era que, a lo largo del siglo pasado, el dinero de papel hubieran dejado de representar una cantidad de oro para convertirse en la moneda en sí, en el bien que simboliza la riqueza.
Szabo estaba enfadado con este sistema porque sabía que el valor de una moneda reside esencialmente en la confianza que tenga la gente en su valor. Es decir, sí el oro había sido aceptado como moneda de intercambio desde la edad media, ya que su escasez le hacía un bien preciado. Además, su escasez se iba mantener durante el tiempo porque este metal no se podían producir de manera artificial, aunque muchos alquimista lo hubieran intentado.
En cambio, el valor del dinero no está determinado por la escasez porque siempre se podía ajustar la cantidad en circulación imprimiendo más billetes, como ha pasado muchas veces en tiempos de crisis. Por tanto, el valor del dinero reside en la confianza que los ciudadanos depositan en los estados y los bancos centrales que controlan su circulación… Y Szabo, como muchos otros expertos en monedas electrónicas, no pensaba que fuera una solución ideal para el sustento de las economías, debido a los episodios de inflación descontrolada que este sistema monetario y económico habían provocado durante el siglo XX.
En la década de 1980 empezó a tomar forma un rival inesperado para el dinero. David Chaum y Wei Dai empezaron a desarrollar una serie de conceptos criptográficos, los cuales permitieron crear una moneda electrónica independiente de estados y bancos centrales. Como era de esperar, producir un nuevo bien que inspirara suficiente seguridad en un mundo que lleva décadas inundado por el dinero era una gran tarea. De hecho, ninguno de estos primeros experimentos lograron ser muy populares y muchos criptógrafos perdieron el interés en esta idea revolucionaria.
Nick Szabo no era el tipo de persona que se diera por vencida con facilidad. En los 90, se dio cuenta de que la evolución del desarrollo de la tecnología permitiría la creación de un nuevo elemento digital que no solo sería capaz de imitar las virtudes que ofrecen el oro como moneda de intercambio, sino que incluso podría mejorarlas. De esta reflexión surgió su proyecto de dinero electrónico. Su proyecto de moneda electrónica le llamó ‘Bit gold’, un nombre que era una combinación de los «bits» que son un elemento indispensable para crear el lenguaje de programación y el nombre del elemento de intercambio más utilizado en la historia de la humanidad.
Ahora bien, el reto conceptual al que se enfrentaba Szabo para producir una moneda electrónica viable era demasiado grande. Por una parte, tenía que encontrar la manera de que la escasez de un recurso digital estuviera siempre asegurada, de la misma manera que la geología limita la cantidad de oro que hay en nuestro mundo. Además, el mecanismo que garantizara la escasez de estas monedas también debía asegurar que fuera imposible robarlas, copiarlas o manipularlas.
Irónicamente, la solución a este problema era diseñar la moneda de manera que los ordenadores de todas las personas que usarán ‘Bit gold’ se vieran involucrados en los procesos de transferencia y creación de esta moneda electrónica. Es decir, Szabo desarrolló un sistema en el que llevar a cabo una transacción requería resolver una serie de problemas matemáticos y en el que todos los ordenadores conectados a la red estuvieran compitiendo constantemente por resolverlos. Además, para garantizar que nadie hiciera trampas, la primera máquina que lograra resolver el problema matemático recibiría una recompensa en forma de moneda electrónica.
Por otra parte, al tratarse de un bien digital que se transfería directamente entre usuarios y se genera por sí sola de manera controlada tras cada una de las transacciones, el valor del ‘Bit gold’ no dependería de la confianza que deposita en un gobierno, sino que esta confianza se establecería a partir de la red de usuarios. Además, esta moneda electrónica tampoco necesitaba ningún banco central que la almacenará o transfiriera, así que se podía intercambiar de manera anónima con cualquier persona en cualquier parte del planeta.
Mientras releía una y otra vez el documento, Szabo se dio cuenta de que Satoshi Nakamoto no se había limitado a copiar su proyecto, sino que el proyecto había sido mejorado. De hecho, Satoshi Nakamoto había conseguido convertir su moneda electrónica, el bitcoin, en una versión más segura que el ‘Bit gold’ en el que Szabo había invertido tanto esfuerzo.
Continuará…
Referencias:
- Nakamoto, S. (2008) Bitcoin: un sistema de dinero en efectivo electrónico peer-to-peer. Enlace web: https://bitcoin.org/files/bitcoin-paper/bitcoin_es.pdf
- W. Dai (1998), «b-money», http://www.weidai.com/bmoney.txt
- Nick Szabo (2008) Website/Blog: http://unenumerated.blogspot.com/